WAYUU

VIVIENDA.
Los wayuu no viven en asentamientos estables, es frecuente que las familias se trasladen a residir temporalmente a otro lugar cuando se agota el pasto para sus animales o cuando deben cumplir un compromiso social. Tradicionalmente se organizan en cinco o seis viviendas ubicadas de forma dispersa con distancias de varios minutos de camino, conformando una ranchería o caserío.
La casa es de forma rectangular, dividida en dos habitaciones con techos en los que se cuelgan las hamacas para dormir y las mochilas. Junto a la casa se ubica la cocina, la cual carece de techo y es encerrada en plantas de cactus para protegerla del viento y la arena. Además, se encuentra, aparte de la casa, una enramada techada y sin paredes en donde se realizan las actividades diurnas y sociales. Cuentan también con un corral para los animales, bovinos y caprinos.
ORGANIZACION SOCIOPOLITICA
La organización social wayuu se sustenta en clanes definidos por línea materna, dispersos y no corporativos. Los miembros de un clan comparten una misma condición social y un ancestro común. Existen veintidós clanes entre los que se destacan los Epieyú, Uriana oUliana, Iguana o Lipuana, Pushaina, Epinayu, Jusayu, Arpushana, Jarariyu, Wouriyu, Urariyu, Sapuana, Jinnu, Sijona, Pausayu, Uchayaru, Uriyu, Warpushana, Worworiyu, Pipishana y Toctouyu. El mayor porcentaje de población se encuentra en los clanes Epieyu con el 20,8%, Uriana con el 17,1% eI puana con el 16,2%.
El parentesco de esta etnia se encuentra ligado a la sucesión y la herencia de acuerdo a la cual el sobrino materno mayor está destinado a suceder a su tío y a heredar sus bienes. El tío materno asume muchas de las funciones socioeconómicas del padre. El matrimonio se realiza preferencialmente entre miembros del mismo clan. Un hombre puede tener varias esposas siestá en capacidad de pagar la dote a los parientes de la novia y mantenerla a ella y a sus hijas. Es la mujer quien regula elementos fundamentales del grupo, ya que la dote afianza el sistema de filiación matriarcal.
En cada asentamiento hay un hombre mayor que ejerce la autoridad, administra los bienes colectivos y dirige las labores cotidianas. Así mismo, a nivel del linaje, existe un hombre que lo representa y dirige. En el ordenamiento jurídico de los wayuu, cuando se produce un agravio contra una persona es la familia a quien se ofende. Cuando esto ocurre, los afectados recurren al “palabrero“ -pütchipü-, mediador y conocedor de las leyes internas, para que intente buscar un acuerdo equitativo entre las partes. Existen varios tipos de palabreros.
ECONOMIA
Las lluvias escasas y los pozos subterráneos son el determinante ecológico que condiciona su subsistencia y poblamiento. Se dedican principalmente a la cría de ganado caprino, el cual vincula el mayor número de personas al pastoreo. Además realizan actividades de pesca en toda la zona costera, explotan salen Manaure y producen artesanías. La huerta familiar es de una hectárea aproximadamente y es propiedad de un varón, quien asigna partes del terreno a cada hijo para los cultivos de maíz, fríjol, yuca, ahuyama, pepino, melón y patilla. El trabajo asalariado y el contrabando hacen parte importante de sus actividades económicas.
Otra fuente de subsistencia ha sido la explotación de la sal en Manaure. Esta ha sido realizada por los Wayú desde antes de la llegada de los españoles. Sin embargo en 1968 fueron asignadas para su administración al Instituto de Fomento Industrial (IFI), lo que generó conflictos y tensiones sociales. Actualmente la explotación de la sal se hace de manera mecanizada o artesanal en esta última participa principalmente el indígena Guajiro utilizando "charcas" de las que saca dos cosechas anuales.
MONICA ANDREA PARRA CAPERA

CAMINO DE LOS MUERTOS

 
 
 
 
 


 




 

percepsion del cuerpo

Los relatos míticos -sobre la vida, la muerte, los orígenes-, proporcionan datos relevantes sobre las creencias y los modos de organización espiritual y familiar, y sobre la producción económica, cultural y artística. Dichas creencias, por tanto, están vinculadas también a las técnicas corporales del grupo y de las sociedades que participan en esos modos de organización y producción.

En consecuencia, poner en evidencia las relaciones entre los mitos, el cuerpo y la danza ritualizada de los indígenas wayuu  ayudaría a conocer y comprender los procesos y mecanismos que se articulan en un sistema bio-psico-social, que, en el caso que nos ocupa, no ha sido estudiado de modo sistemático y suficiente. El análisis que proponemos intenta contribuir, desde una perspectiva antropo-semiótica, a la configuración de una concepción del cuerpo en la cultura wayuu. Para ello, se analizan algunos de los mitos fundacionales propios de la etnia y se les relaciona con la práctica de la danza yonna, a cuyo estudio hemos dedicado una investigación anterior (Carrasquero y Finol,

La investigación cuyos resultados presentamos se realizó entre los años 2006 y 2008, y se fundamenta en el análisis de varios mitos, en la observación y análisis de la práctica de la yonna y en entrevistas abiertas y estructuradas aplicadas durante la observación directa a ancianos wayuu de la comunidad de Nazareth, ubicada en la alta Guajira colombiana, y de la comunidad wayuu asentada en Ziruma, Municipio Maracaibo, Venezuela.



Según los mitos de creación, cada wayuu es dueño de un animal por mandato de Maleiwa. Esta dote concedida a los wayuu, recrea, en primer lugar, la idea sobre el poderío que esta etnia tiene sobre los recursos naturales de la Guajira Colombo-Venezolana; y, en segundo lugar, explica la correspondencia ancestral entre los wayuu y un tótem que justifica su grado espiritual de parentesco. En los relatos míticos se establece un doble significado en la materia orgánica de todo ser vivo. En dicha materia prevalecen las dicotomías: patrimonio y parentesco; sustento y filiación; alimento y familia ancestral. Como veremos, en los mitos de esta cultura, se prescribe a los wayuu sacrificar y alimentarse de los cuerpos de sus antepasados uchii. Así mismo, se prescribe la totémica costumbre de apellidarse con los nombres de ciertos animales, para destacar la procedencia de sus clanes.

Para los wayuu, los animales son sus hermanos ancestrales. Dicha filiación, motiva el sistema clasificatorio de sus castas; de allí, que el nombre de cada animal sea heredado por sus grupos clánicos. El tótem, que es adquirido por línea materna, es una marca de carne (e’iruku) y el mismo representa: parentesco/ filiación/ familia (Jusayú 2008).

Los preceptos que rigen el nombre totémico entre los wayuu, no restringen el comer aquellos animales con los que se vinculan espiritualmente. Si bien es cierto que “Los individuos que poseen el mismo tótem se hallan […] sometidos a la sagrada obligación, cuya violación trae consigo un castigo automático, de respetar su vida y abstenerse de comer su carne o aprovecharse de él en cualquier forma (Freud 1981: 9), también es cierto que, entre los wayuu, esta particularidad del tótem no representa desobediencia u ofensa alguna, pues sus animales, por mandato de Maleiwa, representan: patrimonio/ -> /alimento/ -> /sustento/ (Jusayú 2008).

En el relato “Origen y nombre de las tribus guajiras”, el pájaro Utta, por mandato de Maleiwa, establece lo siguiente:

Os asignaré un animal como símbolo de unión y fraternidad, que habréis de respetar como progenitor común de vuestra tribu. Os prohíbo que le matéis sin provecho; porque al hacerlo, estaréis matando al Padre de la Gran Abuela, progenitora común de vuestra tribu. Más, a todos ellos les llamaréis tatuushi, abuelos comunes de mi carne, de mi tapüshi, de mi eirukuu, de mi tribu (Paz Ipuana 1973: 193).

El orden establecido por Maleiwa exige a los wayuu rendir tributo a la madre tierra (Mma) y al padre lluvia (Juya), por cada planta (wunu’u) y animal (uchii) que poseen. Ello explica por qué los mismos reproducen, en diversos planos de su cotidianidad, los preceptos dictaminados por su deidad.

En la yonna, la generación uchii se manifiesta en cada paso (Chacín 2006). La mímesis corporal del wayuu es un claro recordatorio de su procedencia animal. Sus castas, afiliadas a un tótem, reproducen figurativamente movimientos corporales de sus parientes cercanos: las aves, los mamíferos, los ofidios y los insectos Durante las danzas el tótem no corresponde a un emblema tallado o pintado, pues en la yonna no se trata de distinguir la línea de sucesión de un clan específico y su respectivo estandarte, sino de rendir tributo a la generación Maleiwa en general; de allí, que los pasos o movimientos coreográficos aludan a los animales wayuu (uchii) o tercera generación; mientras que la vestimenta, las pinturas faciales, la bisutería, el espacio (pista de baile o pioi) y la caja de música (kásha o tambor), se relacionan con la presencia de la segunda y primera generación, conformadas, respectivamente, por las plantas (wunu’u) y las emblemáticas figuras Maleiwa: la tierra (Mma), la lluvia (Juya), el viento (Joutai) la luna (Kashi) y el sol (Kai).

La celebración de la yonna es propicia para que los wayuu de diferentes castas se relacionen entre sí. En dichas fiestas, las uniones exogámicas son apoyadas; las ofensas interclánicas disipadas o indemnizadas; el advenimiento de una nueva piache y la presentación de las jóvenes fértiles, ensalzadas. La salud recuperada, la llegada de las lluvias, las cosechas abundantes, la visita de amigos y parientes son otros de los motivos para que los wayuu organicen un pioi (pista de baile) y se reúnan, al son del kásha (tambor) e imiten a sus hermanos uchii (animal), para dar gracias a sus creadores, por mantener el orden natural y social de su cultura (Fernández 2006).
Los mitos explican, en gran medida, la creencia wayuu sobre la génesis del mundo, de sus antiguos pobladores y sobre su conformación corporal. Dichos relatos describen la voluntad omnipotente de los dioses y su poder creador; y cómo los mismos dieron vida a una generación de semidioses dotados de poderes curativos, don de palabra y pericias de diversa naturaleza; así como también, describen el surgimiento de una tercera generación, conformada por animales y hombres wayuu, poseedores de algunas destrezas sobrehumanas y con similitudes anatómicas.

En los relatos wayuu la apariencia y las voces de la materia orgánica, de las fuerzas naturales y espectrales eran distintivamente humanas. Deidades, plantas y animales eran corporalmente hombres y mujeres wayuu; sólo las deidades hablaban una lengua diferente, además del wayuunaiki. Con el pasar de los tiempos, los primigenios pobladores de la Península de la Guajira transmutaron su apariencia corporal. Los personajes míticos que cometieron infracciones y experimentaron vicisitudes, que atentaron contra el orden establecido por Maleiwa, expiaron sus culpas evolucionando o mutando corporalmente.








LINA  MARIA SARMIENTO GAONA

GRUPO INDIGENA WAYU

 

UBICACION GEOGRAFICA WAYU:

El pueblo Wayú habita la árida península de la Guajira al norte de Colombia y noroeste de Venezuela, sobre el mar Caribe. Es una región con un clima cálido, seco e inhóspito, bañada por los ríos Ranchería (Colombia) y El Limón (Venezuela). Presenta unas estaciones climáticas marcadas por una primera temporada de lluvias, denominada Juyapu, que se desarrolla durante los meses de septiembre a diciembre, seguida de una época de sequía, conocida como Jemial, que va desde diciembre hasta abril. Posteriormente, viene la segunda temporada de lluvias, llamada Iwa, para rematar con una larga temporada de sequía que va desde mayo a septiembre.
 
 
 

LENGUAJE WAYU:

La familia lingüística de la lengua Wayuú es la Arawak. Esta lengua presenta algunas diferencias dialectales dependiendo de la zona de habitación (alta, media o baja Guajira), pero son mínimas. Un buen número de Wayú, sobre todo los jóvenes entiende el español y lo habla con holgura, pero su lengua materna sigue representando para ellos un factor importante de identidad étnica y cultural
 
 
 

 HISTORIA WAYU: 

Hasta el momento no existe consenso entre los investigadores sobre el panorama de la península de la Guajira en tiempos prehispánicos. A partir de las crónicas y documentos coloniales es claro que para principios del siglo XVI, convivían allí varios grupos étnicos diferenciados, denominados posteriormente como “guajiros“. Una vez establecidos los europeos, los indígenas de la región adoptaron el pastoralismo como forma de vida e iniciaron un largo proceso de resistencia contra los intentos de reducción por parte de la corona.
 
Desde este período, los “guajiros“ establecieron lazos comerciales y culturales con la sociedad mayoritaria, tal como lo han hecho a través de su historia. En el siglo XX se han visto afectados por la explotación petrolera del lago de Maracaibo y por la apertura de la mina de carbón El Cerrejón y de su puerto en la Alta Guajira, a mediados de los años ochenta.
 
 

CULTURA WAYU:

El sistema de representación de este pueblo integra una serie de deidades importantes en su universo mítico. La figura central es Maleiwa, dios creador de los Wayú y fundador de la sociedad. También están Pulowi y Juyá, esposos asociados a la generación de la vida. Pulowi, la mujer, se asocia a la sequía y los vientos, y algunos lugares que habita. Juyá, su esposo, es un errante que caza y mata. Wanülü representa el mal de la enfermedad o la muerte.
Entre los Wayú, el nacimiento de un niño ocurre en la casa, asistido por la madre de la mujer o una pariente próxima. Mientras la supervivencia del niño no sea segura, los miembros de su familia se alimentan con una dieta estrictamente reducida.
 
¨No se destaca la pubertad en los varones, pero las niñas están sometidas a un severo rito de paso. Cuando la muchacha empieza a menstruar, es sometida a un período de reclusión, al término del cual se ha convertido en mujer equipada para casarse. Durante el inicio de esta reclusión, la joven es completa o parcialmente rapada y luego instalada en una hamaca colgada cerca del techo de la casa. Durante los días siguientes es cuidada con alimentos vegetales especiales, llamados jaguapi, y observa una dieta rigurosa. En ese tiempo la bañan con frecuencia y la instruyen en las tareas femeninas, tejido, hilado, le imparten conocimientos sobre los procesos tradicionales de control natal, embarazo y quizás algunas técnicas eróticas.
 
Los Wayú, no concluyen el ciclo de vida con la muerte, ya que la gente continúa relacionada con los huesos del difunto. Los entierros son acontecimientos importantes en los que los parientes del muerto actúan determinada manera. Esta relación con los muertos tiene su contrapartida en su sentido de pertenencia e identidad, en su noción misma del territorio, pues como lo afirma Rosario Epieyú, ¨ los wayuú son de donde son sus muertos ". Los entierros se hacen en dos etapas: primero se sepulta el cadáver con algunas pertenencias y luego, dos años después, se hace una exhumación del cuerpo, se incinera y se sepulta nuevamente en el cementerio clánico, dentro de ollas de barro o tumbas de cemento.

VIVIENDA WAYU:
 
Los wayuu no viven en asentamientos estables, es frecuente que las familias se trasladen a residir temporalmente a otro lugar cuando se agota el pasto para sus animales o cuando deben cumplir un compromiso social. Tradicionalmente se organizan en cinco o seis viviendas ubicadas de forma dispersa con distancias de varios minutos de camino, conformando una ranchería o caserío.
 
La casa es de forma rectangular, dividida en dos habitaciones con techos en los que se cuelgan las hamacas para dormir y las mochilas. Junto a la casa se ubica la cocina, la cual carece de techo y es encerrada en plantas de cactus para protegerla del viento y la arena. Además, se encuentra, aparte de la casa, una enramada techada y sin paredes en donde se realizan las actividades diurnas y sociales. Cuentan también con un corral para los animales, bovinos y caprinos.

 

 BY: DANIELA CASTILLLO SANTA